por
sobre el viento dejo mis palabras rotas
y
me arrojo sobre tus dedos inagotables de belleza y de dolor
me
siento sobre la arena quizás más tibia alrededor tuyo desde que se creó la música
porque
nada es inevitable sino que se horada con desesperación
entre
las grietas
de lo que queda de los encierros fortuitos y los premeditados
de lo que queda de nosotros entre la madera y el papel
entre
tus dedos gigantescos de flores por sobre mi tejado
en
cada uno de mis amaneceres sin ti y desde ti y contra ti
una
y mil veces más hasta agotar cada uno de los sinsabores que contemplé en el
andar de tus distancias
en
cada defensa que construiste desde tu deseo para que no abriera ninguna ventana
más hacia adentro del baobab
ven
y acompáñame
que
nada perderás sobre la arcilla
todo
devendrá como el agua que se filtra amamantando la tierra
ven
y encuentra vida a mi lado
la
excitación de la memoria
el
reto del amor al filo del balcón
los
nudos de las sábanas suicidándose entre nuestras piernas
que
ya no distinguen quiénes somos después de disolver las palabras entre alientos
quedos y fatales
déjame
quieta esperándote
déjame
cada vez que vengas a verme
y
que yo ya no tenga el aliento para levantarme a buscar algo más que no sean tus
dedos
algo
más que ya no sea mío y que no sea tuyo al mismo tiempo
pero
que tengas tu propia fortaleza de fuego llena de conejos y de espacios por los
que pueda contemplarte cada vez que escuche melodías salir de tus oídos
y
que llegue hasta el espacio que dejan los duelos de amores inútiles
el
nuestro ya no lo será hasta que terminen de cantar las montañas sobre los ríos
y
tú y yo estaremos preparados para saltar desde el cielo hasta el cielo
cielo
mío
amor
que no es mío
amor
detenido en los ritmos de las notas que lo callan todo
una
y otra vez el tono de la piel erizada y el timbre del corazón que olvida
respirar alrededor tuyo
me duermo abrazada a tu voz de terciopelo y sueño que te vas de mí
quieto
por debajo de la puerta